domingo, 8 de enero de 2012

Carta a Gervasio Sánchez


Zaragoza,  a 2 de enero de 2012
Querido Gervasio:

Le escribo para poder darle mi opinión acerca de su exposición “Desaparecidos”, la cual fuimos a ver el pasado 20 de diciembre al Centro de Historias de Zaragoza.

La exposición me pareció tremendamente dura, pues cuesta creer que a día de hoy todavía haya países donde, todos los días, haya personas desapareciendo continuamente. De todas formas, eso no es lo que me pareció más sorprendente: me entristeció bastante el que muchas personas no puedan confirmar si sus familiares y amigos están vivos o muertos, lo cual es terrible, o que, simplemente, no puedan ni siquiera enterrarles porque no disponen de sus cuerpos. Además, como bien nos explicó la guía, para conseguir empezar las etapas del duelo tras la pérdida de un ser querido es necesario el disponer de sus restos, pues así podremos proceder a realizar un entierro con ellos; en caso contrario, no se pueden realizar estas etapas correctamente, por lo tanto, allí aprendimos por qué disponer de éstos es una cosa tan fundamental.

A pesar de todo lo anterior, me parecieron muy impresionantes los testimonios de las familias y las fotos y videos de las torturas que se aplicaban a los secuestrados en las casas donde estaban retenidos. Me sorprendí al escuchar como la guía nos contaba que, por ejemplo, había una mujer que llevaba una gran cantidad de años cambiando cada lunes las sábanas de la cama de su hijo porque, realmente, tenía la esperanza de que siguiera vivo y creía que iba a volver; también me parecieron emotivas las cartas que amigos y familiares escribían a los desaparecidos, en especial aquella que nos leyó la guía, escrita por una chica a su hermana mayor, todavía desaparecida. Asimismo, me impactaron los distintos videos que vimos, tanto los que grabó mientras familiares de personas desaparecidas expresaban como se habían sentido tras las desapariciones, como se sentían ahora, o como se sintieron cuando obtuvieron los restos (en el caso de que esto hubiese llegado a suceder), tanto como los que fueron grabados, también por usted mismo, en las casas donde retenían a la gente, en los cuales se mostraban como eran estas especies de prisiones y lo que se realizaba en las distintas habitaciones que las componían.

Realmente admiro mucho el valor que ha tenido pasándose tantísimos años viajando por tan diversos lugares del mundo, los cuales son muy diferentes entre sí pero, a la vez, muy parecidos. Gracias a usted hemos sabido lo que ocurría en países como Camboya, Chile, Argentina, etc.; hemos podido comprobar el dolor que sienten las personas más cercanas a estos individuos desaparecidos; hemos podido observar, ya sea a través de videos o a través de fotografías, de nuevo ese dolor, aunque en parte también cierto alivio, de los amigos y los familiares, pero esta vez al encontrar los cuerpos de dichos seres humanos.

Sinceramente, le agradezco mucho el que haya realizado esta exposición, pues así nos ha podido mostrar lo que está ocurriendo en dichos países, a pesar de que nosotros no seamos conscientes de eso. Verdaderamente parece impensable que esto esté pasando en pleno siglo XXI, pero ya se sabe, la realidad supera la ficción, y en este caso eso está más que claro. Gracias, de verdad, por sacar a la luz todo esto simplemente con unas fotografías y unos videos.

Un saludo, Laura Cambronero Arregui